Te abrazo y te beso en la distancia...
Busqué el árbol más robusto. Esperando encontraro alguno que al abrazarlo, le diera a mis brazos la circunferencia más cercana a tu torso... No lo encontré. Pero sí encontré una sensación hacía tiempo se me había perdido. Abracé un árbol, con tanta fuerza que pegué me cabeza al tronco, y respiré. Sentí el latir, no del árbol, sino el mío propio. Y cada palpitar y respiro mío fueron haciendo conciencia en mí, de mi vida. De mis sentidos, de mi ansiedad. La que se fué apagando cuando me conecté con mi corazón. Y la fibra más sensible de mi, fué tocada, y sentí un alivio y tranquilidad. Lágrimas rodaron otra vez en mis mejillas. Añoro tanto abrazar a mi gente, a mi familia, a mi Fernando. Pensé en todos, y lo lejos que he estado, y en cómo los días pasan a veces lentamente, a veces tan rápido y yo no he hecho por romper la distancia, con quienes tengo permitido hacerlo en estos benditos tiempos de Covid. Los llamé con mi mente, mientras suspiraba llorando. Y como respuesta un leve vi